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En la época del Hayy, la gente llegaba a La Meca desde muchos lugares y los Quraish temían que la Profecía de Muhammad hiciera efecto sobre los recién llegados. De esta forma un grupo de los Quraish, mandado por Walid, se reunió para decidir que podrían acusar injustamente al Profeta para desacreditarle ante los peregrinos. Al empezar la reunión, uno de ellos dijo: “Digamos que es un simple adivino.”
“No nos creerán”, dijo Walid, “pues él no habla como los adivinos”.
“Digamos pues que está chiflado”, dijo otro.
“Nadie aceptará eso, -contestó Walid-, ya que sus palabras y su conducta no son las de un loco”.-”Digamos pues que es un poeta” dijo alguien. “Eso tampoco sirve, pues todos los árabes conocen poesías y sus palabras no tienen nada que ver con los poemas comunes”.
“Entonces hagamos correr la voz de que es un brujo”.
Y Walid respondió: “Juro por Dios que las palabras de ese hombre tienen una dulzura y atracción especiales. Su palabra es como un árbol, con fuertes raíces y tronco, y exuberantes ramas cargadas de frutas. Por eso le podemos decir a la gente que sus palabras están embrujadas, pues provocan la separación entre padres e hijos, marido y mujer, hermano y hermana. (Estas palabras de Walid reflejan el hecho que todo Musulmán, al aceptar el Islam, emprende una nueva dirección en su vida, lo cual a veces suponía el abandono de su familia por la oposición de credos). Para intuir la elocuencia del Corán y su calidad, los que no hablan árabe pueden referirse a los comentarios de aquellos árabes que comentaron el Corán en su época y también a los autores actuales de estudios sobre el lenguaje árabe.
Evidentemente, desde los días del Profeta, hasta hoy, todos los especialistas familiarizados con el arte de la elocuencia en el lenguaje árabe dan fe de la incomparable elocuencia del Corán, hecho que les deja sorprendidos. El escritor árabe contemporáneo Abdulfatah Tabarí escribe: “La historia árabe nos habla de muchos hombres famosos, hábiles con la poesía y la prosa, como Ibn Muqaffa, Jahiz ibn Amid, Farazdaq, Bashshar, Abú Nuwás, Abu Tamman, etc., pero todos ellos han hecho gala de humildad ante el Corán, confesando que el gran Corán no son las palabras del hombre sino la Revelación de Dios.”
El Dr. Taha Hussayn, el convincente escritor egipcio contemporáneo dijo: “El Corán trasciende los límites de la prosa y la poesía, poseyendo cualidades especiales que no pueden ser encontradas en ningún poema ni prosa. Así pues, el Corán no puede ser llamado poesía ni prosa, sino que debería decirse: “Es el Corán, eso es todo.”