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Con la aproximación de la adolescencia el imán de la niñez es sometido a la incredulidad y rechazo. Incluso durante la infancia se enfrenta ocasionalmente con sucesos que perturban violentamente su confianza en una persona o una cosa. Sin embargo, durante este período otro imán llena el lugar del primero (a saber: un imán en la dirección contraria al primero), sin que el niño se vea enfrentado a un período de duda prolongada.
Durante este período no sufre de un sentimiento de incertidumbre y generalmente desarrolla la confianza en la dirección opuesta. A esto se debe el que un niño cambie sus puntos de vista rápidamente y en una sucesión inmediata. Por ejemplo, en un momento dado no habla con sus compañeros de juego y al poco tiempo nuevamente se vuelve sociable con ellos. A menudo este drama se repite varias veces, por ejemplo, en un solo recreo, o en un mismo rato de tiempo.
Gradualmente se aleja este período y comienza la adolescencia. En ese período tienen lugar una serie de desarrollos físicos y mentales.
Uno de estos cambios es la pérdida de fe en la corrección de muchas ideas en las que se creía previamente durante la infancia. Se queda sometido a la incredulidad y al rechazo, el campo de lo cual varía de un individuo a otro. Algunas personas pierden la fe en casi todas las cosas y se vuelven escépticas.
La incredulidad del adolescente es un factor muy efectivo en el desarrollo humano, a condición de que esté acompañada de una suerte de ahínco y fe en la investigación y búsqueda. Solamente este tipo de incredulidad puede llamarse duda constructiva. Aunque la función de la duda es destruir todo lo que ya creemos y la construcción se relaciona con la búsqueda e investigación que se emprende después de dicha destrucción. Pero como la búsqueda e investigación no se emprenden a menos que la inestable creencia de la infancia se destruya, consideramos que la duda también participa de esta construcción y la llamamos “duda constructiva”.
La incredulidad adolescente impele generalmente a inquirir e investigar. Se puede decir que en este estadio la persona desea descarta lo que aprendió en el período pre-adolescente y en este campo, al igual que en muchos otros, quiere pararse sobre sus propias piernas. Quiere ser independiente y mostrar que ya no es un chico. Esta duda, por lo tanto, es acompañada de una suerte de imán —imán en sí mismo— que le permite apoyarse en sus propias piernas y comprender por sí solo Con la incredulidad adolescente nos enfrentamos con un mundo nuevo un mundo sin límites de cosas desconocidas. Surge un deseo por conocer y ponerse a investigar e indagar con mucha esperanza y generalmente con imán respecto a esas cosas de las que se puede adquirir una información mas precisa y más segura, apoyándose en la propia capacidad de reconocimiento, investigación y búsqueda.
Si la incredulidad adolescente no es seguida por un deseo positivo por descubrir y un fervor por indagar, no se puede llamar constructiva. En ese caso debilitaremos nuestra confianza en todas las cosas y ocasionaremos solamente aburrimiento y aversión. De esta manera el imán redescubierto durante el período de la adolescencia, tiene un rol positivo.
El progreso industrial y científico es normalmente el resultado de grandes esfuerzos llevados a cabo por quienes incesantemente investigan y consiguen un descubrimiento después de cientos de pruebas y experimentaciones. Si se observa de cerca a algunos científicos se verá con cuanto fervor y dedicación se abocan a su trabajo y el resplandor de imán que chispea en sus rostros. Es posible que cada uno de nosotros hayamos experimentado también alguna vez el deleite y la alegría de imán.
Estamos hablando del imán que es constructivo y que nos conduce efectivamente a la acción, y no de ese que nos mantiene la esperanza viva durante un período de aflicción sin darnos una dirección definida en la vida.
Mientras el último tipo de imán también tiene algún tipo de valor en la vida humana, no pueden ser pasados por alto sus malos efectos. Dejamos la discusión de los pro y contra de este tipo de imán para otra ocasión. Aquí se puede decir que el Corán no considera suficiente este imán para la prosperidad del género humano, incluso respecto a la fe en Dios. Decenas de versículos del Corán dicen expresamente que la salvación humana depende del imánacompañado por aquellas acciones del caso y proporcionadas al objetivo. En ese sentido se pueden citar los versículos 82 y 277 de la sura (capítulo) II (Al-Baqarah, La vaca). La sura Iunus (la X, Jonás) en su versículo 22, la sura Al-Ankabut (La araña, XXIX) en su versículo 65 y la sura Luqmán (la XXXI) en su versículo 32, censuran severamente a quienes no prestan mucha atención a Dios en su vida de todos los días y son autoindulgentes en todo tipo de perversiones, recurriendo a El solamente en los momentos de desdicha y desgracia. En diversos lugares el Corán describe las obras que uno hace en la vida como la piedra de toque de imán. Refiriéndose a quienes hacen altisonantes afirmaciones pero que, en los momentos críticos, eluden el sacrificio, dice:
“¿Piensan los hombres que se les dejará decir ‘¡Creemos!, sin ser probados (en su fe)?” (29:2).